sábado, 2 de noviembre de 2013

LIBROS CENSURADOS: EXTRACTOS DE "TRÓPICO DE CANCER" DE HENRY MILLER

EXTRACTOS DE "TRÓPICO DE CÁNCER"  DE HENRY MILLER




"No tengo dinero, ni recursos, ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo. Hace un año, hace seis meses, creía que era un artista. Ya no lo pienso, lo soy. Todo lo que era literatura se ha desprendido de mí. Ya no hay más libros que escribir, gracias a Dios.
Entonces, ¿éste? Este no es un libro. Es un libelo, una calumnia, una difamación. No es un libro en el sentido ordinario de la palabra. No, es un insulto prolongado, un escupitajo a la cara del Arte, una patada en el culo a Dios, al Hombre, al Destino, al Tiempo, al Amor, a la Belleza...a lo que os parezca. Cantaré para vosotros, desentonaré un poco tal vez, pero cantaré. Cantaré mientras la palmáis, bailaré sobre: vuestro inmundo cadáver...
Para cantar, primero hay que abrir la boca. Hay que tener dos pulmones y algunos conocimientos de música. No es necesario tener un acordeón ni una guitarra. Lo esencial es querer cantar. Así pues, esto es una canción. Estoy cantando."


"...¡Oh, Tania! ¿Dónde estarán ahora aquel cálido coño tuyo, aquellas gruesas y pesadas ligas, aquellos muslos suaves y turgentes? Tengo un hueso en la picha de quince centímetros. Voy a alisarte todas las arrugas del coño, Tania, hinchado de semen. Te voy a enviar a casa con tu Sylvester con dolor en el vientre y una matriz vuelta del revés. ¡Tu Sylvester! Sí, él sabe encender un fuego, pero yo sé inflamar un coño. Disparo dardos ardientes a tus entrañas, Tania, te pongo los ovarios incandescentes. ¿Está un poco celoso tu Sylvester ahora? Siente algo, ¿verdad? Siente los rastros de mi enorme picha. He dejado un poco más anchas las orillas. He alisado las arrugas. Después de mí, puedes recibir garañones, toros, carneros, ánades, san bernardos. Puedes embutirte el recto con sapos, murciélagos, lagartos. Puedes cagar arpegios, si te apetece, o templar una cítara a través de tu ombligo. Te estoy jodiendo, Tania, para que permanezcas jodida. Y si tienes miedo a que te jodan en público, te joderé en privado. Te arrancaré algunos pelos del coño y los pegaré a la barbilla de Boris. Te morderé el clítoris y escupiré dos monedas de un franco..."


"He hecho un pacto tácito conmigo mismo: no cambiar ni una línea de lo que escribo. No me interesa perfeccionar mis pensamientos ni mis acciones. Junto a la perfección de Turgueniev coloco la perfección de Dostoyevski. (¿Hay algo más perfecto que El eterno marido?) Así pues, ahí tenemos dos tipos de perfección en un mismo medio. Pero en las cartas de Van Gogh hay una perfección que supera a una y a otra. Es el triunfo del individuo sobre el arte."


"Ahora sólo hay una cosa que me interesa vitalmente, y es consignar todo lo que se omite en los libros. Que yo sepa, nadie está usando los elementos del aire que dan dirección y motivación a nuestras vidas. Sólo los asesinos parecen extraer de la vida, en grado satisfactorio, lo que aportan."


"En todas partes pasarán cosas. Siempre pasan cosas. Parece que dondequiera que voy hay un drama. Las personas son como los piojos: se te meten bajo la piel y se entierran en ella. Te rascas y te rascas hasta hacerte sangre, pero no puedes despiojarte permanentemente. Dondequiera que voy las personas están echando a perder sus vidas. Cada cual tiene su tragedia privada. La lleva ya en la sangre: infortunio, hastío, afflicción, suicidio. La atmósfera está´situada de desastre, frustración, futilidad. Rascarse y rascarse...hasta que no quede piel. No obstante, el efecto que me produce es estimulante. En lugar de desanimarme, o deprimirme, disfruto. Pido a gritos cada vez más desastres, calamidades mayores, fracasos más rotundos. Quiero que el mundo entero se descentre, que todo el mundo se rasque hasta morir".


"...Desde luego, volver a la cama del maricón y pasar la noche agitándome y sacudiendo migas con los dedos de los pies, no. ¡Mequetrefe asqueroso! Si hay algo peor que ser un marica es ser un tacaño. Un mariquita tímido y tembloroso que vivía con el constante temor de quedarse sin un céntimo algún día: el 18 de mayo tal vez; o el 25 de mayo precisamente. Café sin leche ni azúcar. Pan sin mantequilla. Carne sin salsa, o nada de carne. ¡Sin esto y sin lo otro! ¡Avaro asqueroso! Un día abrí el cajón del escritorio y encontré dinero escondido dentro de un calcetín. Más de dos mil francos...y cheques que ni siquiera había cobrado. Ni siquiera eso me habría importado tanto, si no me hubiese encontrado siempre posos de café en la gorra y basura en el suelo, por no citar los tarros de crema para el cutis ni las toallas grasientas ni la pila siempre atascada. Llevaba las orejas sucias, los ojos sucios, el culo sucio. Tenía articulaciones dobles, era asmático, piojoso, mezquino, morboso. Podría haberle perdonado todo, ¡si al menos me hubiera servido un desayuno decente...!Pero un hombre que tiene dos mil dólares escondidos en un calcetín sucio y que se niega a ponerse una camisa limpia o a untarse un poco de mantequilla en el pan, un hombre así no es un simple marica, ni un simple tacaño siquiera: ¡es un imbécil!."

"La época de oro, cuando no tenía ni un solo amigo. Cada mañana la triste caminata hasta el American Express, y cada mañana la inevitable respuesta del empleado. Correr de un lado para otro como un chinche, recoger colillas de vez en cuando, unas veces furtivamente, otras descaradamente: sentarme en un banco y apretarme las tripas para detener el mordisqueo, o pasear por el Jardín de las Tullerías y tener una erección al contemplar las estatuas desnudas. O vagar por la orilla del Sena de noche, caminar y caminar, enloquecer con su belleza, los árboles ladeados, las imágenes rotas en el agua, el ímpetu de la corriente bajo las luces sanguinolentas de los puentes, las mujeres durmiendo en los portales, durmiendo sobre periódicos, durmiendo bajo la lluvia; por todas partes los atrios mohosos de las catedrales y mendigos y piojos y viejas mujerucas presas del baile de San Vito; carretillas apiladas como barriles de vino en las calles laterales, el olor a fresas en el mercado y la vieja iglesia rodeada de vegetales y lámparas de arcos azules, los arroyos de la calle rebaladizos a causa de las basuras y mujeres con escarpines de raso haciendo eses entre la inmundicia y las sabandijas después de toda una noche de parranda".


"¿Cómo diablos va escribir uno, cuando no sabe dónde va a sentarse al cabo de media hora? Si esa tía rica se queda con el piso, no voy a tener ni un sitio para dormir. Cuando estás en semejante aprieto, es difícil saber qué es peor: si no tener un sitio para dormir o no tener un lugar para trabajar. Se puede dormir casi en cualquier parte, pero hay que tener un lugar para trabajar. Aún cuando lo que estés haciendo no sea una obra maestra. Hasta una novela mala requiere una silla en que sentarse y un poco de aislamiento. Esas tías ricas nunca piensan una cosa así. Siempre que quieren reclinar sus blandos traseros, encuentran una silla a punto...".


"En el mismo escaparate: ¡Un hombre cortado en rodajas! Capítulo primero: el hombre visto por su familia. Capítulo segundo: el mismo visto por su amante. Capítulo tercero: no hay capítulo tercero. Tengo que volver mañana para los capítulos tercero y cuarto. Cada día es escaparatista pasa una nueva página. Un hombre cortado en rodajas...¡No podéis imaginar lo furioso que estoy por no haber pensado en un título así! ¿Dónde está ese tío que escribe "el mismo visto por su amante...el mismo visto por...el mismo..."¿Dónde está ese tipo? ¿Quién es? Quiero darle un abrazo. Desearía con toda el alma haber tenido suficiente inteligencia como para imaginar un título así...en lugar de Picha loca y otras necedades que se me han ocurrido. Le felicito igualmente".


"...Más tarde, cuando me hube aficionado a Claude, y la veía noche tras noche en su sitio de costumbre, con su redondo culito cómodamente hundido en el asiento de felpa, sentía una especie de rebelión inexpresable contra ella; me parecía que una puta no tenía derecho a estar allí sentada como una dama, esperando tímidamente a que alguien se acercara, mientras bebía a sorbitos su chocolat, pero no alcohol. Germaine era una buscona. No esperaba a que te acercases a ella: era ella la que te abordaba y te capturaba. Recuerdo tan bien las carreras en sus medias, y sus zapatos rotos y desgastados; también recuerdo como se plantaba en la barra y con actitud desafiante, ciega y valiente, se echaba una bebida fuerte entre pecho y espalda y volvía a salir. ¡Una buscona!..."




"Necesitaba algo para reconciliarme conmigo mismo. Anoche lo descubrí: Papini. No me importa que sea un patriotero, un beato o un pedante miope...Como fracasado es maravilloso.
[...]"Soy un hombre que desearía vivir una vida heroica, hacer el mundo más soportable a la vista. Si en algún momento de debilidad, de relajación, de necesidad, me desahogo dejando escapar un poco de cólera ardiente cristalizada en palabras -un sueño apasionado, envuelto y atado con imágenes-, pues...tomadlo o dejadlo....¡pero no me molestéis!.
Soy un hombre libre...y necesito mi libertad. Necesito estar solo. Necesito meditar sobre mi vergüenza y mi desesperación en soledad; necesito el sol y los adoquines de las calles sin compañía, sin conversación, cara a cara conmigo mismo, con la compañía exclusiva de la música de mi corazón. ¿Qué queréis de mí? Cuando tengo algo que decir lo publico. Cuando tengo algo que dar, lo doy. ¡Vuestra inquisitiva curiosidad me revuelve el estómago! ¡Vuestros cumplidos me humillan! ¡Vuestro té me envenena! No debo nada a nadie. Sólo sería responsable ante Dios...¡si existiera!".
Me parece que a Papini se le escapa algo por un pelo, cuando habla de la necesidad de estar solo. No es difícil estar solo, si eres pobre y fracasado. Un artista siempre está solo...si es un artista. No, lo que el artista necesita es solitud. El artista, así me llamo. Así sea. Una magnífica siesta esta tarde que me ha puesto terciopelo entre las vértebras. He engendrado ideas suficientes para que me duren tres días. Rebosante de energía y nada en qué emplearla. Decido dar un paseo. En la calle cambio de idea. Decido ir al cine. No puedo ir al cine: me faltan unos sous. Entonces,  un paseo. Me detengo en todos los cines y miro las carteleras, después los precios. Son bastante baratos estos fumaderos de opio, pero me faltan unos sous. Si no fuera tan tarde, podría volver y cobrar un casco vacío".


"Recuerdo ahora que el conductor sacó la cabeza y miró río arriba hacia Passy. Una mirada tan sana, simple, aprobadora, como si se dijera a sí mismo: "¡Ah, ya llega la primavera!" Y Dios sabe que, cuando la primavera se acerca a París, el más humilde de los mortales ha de sentir que vive en el paraíso. Pero no fue sólo eso: fue la intimidad con que su mirada descansó sobre la escena. Era su París. No hace falta ser rico, ni ser un ciudadano siquiera, para sentir de eso modo respecto a París. París está lleno de gente pobre: la legión de mendigos más orgullosos y sucios que haya pisado la tierra, me parece a mí. Y, aún así, dan la impresión de estar en casa. Eso es lo que distingue al parisino de los habitantes de otras metrópolis.
Cuando pienso en Nueva York, tengo una sensación muy diferente. Nueva York hace que hasta un rico se sienta insignificante. Nueva York es frío, reluciente, maligno. Los edificios dominan. Hay una especie de frenesí atómico en la actividad que se produce; cuanto más furioso el ritmo, más empequeñecido el espíritu. Un fermento constante, pero igual daría que se produjera en un tubo de ensayo. Nadie sabe de qué se trata. Nadie dirige la energía. Estupendo. Grotesco. Desconcertante. Un tremendo impulso reactivo, pero completamente falto de coordinación.
Cuando pienso en esa ciudad en la que nací y me crié, ese Manhattan que Whitman cantó, una rabia fría y ciega me lame las entrañas. ¡Nueva York! Las prisiones blancas, las aceras hormigueantes de gusanos, los parados haciendo cola para recibir comida gratuita, los fumaderos de opio construidos como palacios, los judíos, los leprosos, los malhechores y, sobre todo, el ennui, la monotonía de las caras, calles, piernas, casas, rascacielos, comidas, carteles, empleos, crímenes, amores...Toda una ciudad erigida sobre el vacío abismo de la nada. Sin sentido. Sin el menor sentido. ¡Y la calle Cuarenta y Dos! La cima del mundo la llaman. ¿Dónde está el fondo entonces? Puedes caminar con las manos tendidas y te pondrán cenizas en la gorra. Ricos o pobres, caminan con la cabeza echada hacia atrás y casi se les rompe el cuello de mirar hacia arriba, a sus prisiones blancas. Caminan como gansos ciegos y los reflectores cubren sus vacías caras con centellas de éxtasis."


"Intento calmarme. Al fin y al cabo, éste es un hogar que me he encontrado, y cada día hay una comida esperándome. Y Serge es un buen tipo, de eso no hay duda. Pero no puedo dormir. Es como dormirse en un depósito de cadáveres. El colchón está saturado de líquido de embalsamar. Es un depósito de cadáveres para piojos, chinches, cucarachas, tenias. No puedo soportarlo. ¡No voy a soportarlo! Al fin y al cabo, soy un hombre, no un piojo.
Por la mañana espero a que Serge cargue el camión. Le pido que me lleve a París. No tengo valor para decirle que me marcho. Dejo la mochila con las pocas cosas que me quedaban. Cuando llegamos a la Place Péreire, salto del camión. No hay una razón particular para bajarme aquí. No hay razón particular para nada. Soy libre: eso es lo principal....
Ligero como un pájaro, revoloteo de un barrio a otro. Es como si hubiera salido de la cárcel. Miro el mundo con ojos nuevos. Todo me interesa profundamente. Hasta las menudencias."


"Al acercarme a la Place Clichy hacia el atardecer, paso por delante de la putilla con una pata de palo que se planta frente al Gaumont Palace día tras día. No parece tener más de dieciocho años. Supongo que tendrá sus clientes habituales. A partir de medianoche se queda plantada allí con su traje negro, clavada en el sitio. A su espalda está el pasadizo que resplandece como un infierno. Al pasar ahora delante de ella con el corazón contento, me recuerda en cierto modo a un ganso atado a una estaca, un ganso con el hígado enfermo, para que el mundo pueda tener pâté de foie gras. Debe ser extraño meterse en la cama con esa pata de palo. Imagina uno toda clase de cosas: astillas, etc. Sin embargo, ¡sobre gustos no hay nada escrito!".


"Según dice Nanantatee, mientras agonizaba susurró al doctor: "Estoy cansada de tanto follar...No quiero follar más, doctor". Mientras me cuenta esto, se rasca la cabeza solemnemente con el brazo marchito. "La jodienda es un mal asunto -dice-. Pero te voy a enseñar una palabra que siempre te dará suerte; tienes que pronunciarla cada día, una y otra vez, un millón de veces has de repetirla. Es la mejor palabra que existe, Endri..., dila ahora...(UMAHARUMUMA! -UMARABU...
-No, Endri..., así..., ¡UMAHARUMUMA! -UMAMABUMBA...
-No, Endri..., así...
Pero, entre la luz sombría, la impresión defectuosa, la cubierta destrozada, la página desgarrada, los dedos torpes, las pulgas que bailaban el foxtrot, los piojos dormilones, la espuma en su boca, las lágrimas en sus ojos, el nudo en su garganta, la bebida de su jarra, el picor de su palma, el gemido de su resuello, la aflicción en su aliento, la confusión de su cansado cerebro, el tic de su conciencia, la intensidad de su rabia, la efusión de su trasero, el fuego de su garganta, el cosquilleo de su cola, las ratas de su desván, el alboroto y el polvo de sus oídos, como tardó un mes en sacar ventaja, le resultaba difícil aprender de memoria más de una palabra por semana".


"Mientras escucho lo que cuenta de América, comprendo lo absurdo que es esperar de Gandhi el milagro que desvíe el rumbo del destino. El enemigo de la India no es Inglaterra, sino América. El enemigo de la India es el espíritu del tiempo, la manecilla que no se puede volver hacia atrás. Nada podrá contrapesar ese virus que está envenenando el mundo entero. América es la encarnación misma de la perdición. Va a arrastrar al mundo entero hasta el abismo sin fondo".


"Es capaz de corromperse con ideas, de reducirse a una sombra, si por un solo segundo de su vida puede cerrar los ojos ante la horrible fealdad de la realidad. Todo se soporta -ignominia, humillación, pobreza, guerra, crimen, ennui -gracias al convencimiento de que de la noche a la mañana algo ocurrirá, un milagro, que vuelva la vida tolerable. Y mientras tanto un contador está corriendo en su interior y no hay mano que pueda llegar hasta él para detenerlo. Mientras tanto alguien está comiendo el pan de la vida y bebiendo el vino, un sacerdote sucio y gordo como una cucaracha que se esconde en el sótano para zampárselo, mientras arriba, a la luz de la calle, una hostia fantasma toca los labios y la sangre está pálida como el agua. Y de ese tormento y miseria eternos no resulta ningún milagro, ni un vestigio microscópico de milagro. Sólo ideas, ideas pálidas, atenuadas, que hay que cebar mediante la matanza; ideas que brotan como bilis, como las tripas de un cerdo, cuando lo abren en canal".



"Si vivir es lo supremo, entonces viviré, aun cuando deba volverme un caníbal. Hasta ahora he procurado salvar mi preciosa piel, he procurado preservar los pocos pedazos de carne que me cubren los huesos. Eso se acabó. He llegado al límite de la resistencia. Estoy de espaldas contra la pared; no puedo retroceder más. Por lo que se refiere a la historia, estoy muerto. Si hay algo más allá, tendré que reaccionar. He encontrado a Dios, pero no es suficiente. Sólo estoy muerto espiritualmente. Físicamente estoy vivo. Moralmente soy libre. El mundo que he abandonado es una casa de fieras. El amanecer se alza sobre un mundo nuevo, una jungla en que vagan espíritus flacos y con garras aguzadas. Si soy una hiena, soy una hiena flaca y hambrienta; salgo de caza para engordar".





"En América -dice- ni siquiera se te ocurriría vivir en un tugurio como éste. Incluso cuando era un vagabundo dormía en habitaciones mejores que ésta.  Pero aquí parece natural: es como los libros que lees. Si alguna vez vuelvo allí, olvidaré esta vida por completo, igual que se olvida un mal sueño. Probablemente reanudaré la antigua vida exactamente donde la dejé...si alguna vez regreso. A veces, tumbado en la cama, sueño con el pasado y es tan vívido para mí, que tengo que sacudirme a mí mismo para darme cuenta de dónde estoy. Especialmente cuando tengo una mujer a mi lado; una mujer puede provocármelo mejor que nada. Eso es lo único que quiero de ellas: olvidarme de mí mismo".


"...y en cierto modo eso es lo que hago siempre que tengo un orgasmo. Por un segundo, me destruyo a mí mismo. En esos casos ni siquiera hay un yo mío...no hay nada...ni siquiera la gachí. Es como recibir la comunión. Lo digo en serio. Después, por unos segundos tengo una agradable sensación de ardor espiritual...y quizá continuaría así indefinidamente -¿quién sabe?-, si no fuera porque hay una mujer a tu lado y después el irrigador y el agua corriente...todos esos detalles nimios que te hacen sentir desesperadamente consciente de ti mismo, desesperadamente solo. Y por ese único minuto de libertad, tienes que escuchar todo ese rollo sobre el amor...a veces me saca de quicio...siento ganas de darles patadas inmediatamente...alguna que otra vez lo hago. Pero eso no las mantiene alejadas. De hecho, les gusta. Cuanto menos caso les haces, más te persiguen. Hay algo perverso en las mujeres...en el fondo todas son masoquistas".


"Quiero ser capaz de entregarme a una mujer -dice de improviso- Quiero que me saque de mí mismo. Pero para eso tiene que ser mejor que yo; tiene que tener inteligencia, y no sólo coño. Tiene que hacerme creer que la necesito, que no puedo vivir sin ella."


"Hay una mujer, por ejemplo, a la que ha estado intentado conseguir desde hace ya diez años primero en América y por último aquí en  París. Es la única persona del sexo opuesto con la que tiene una relación cordial y amistosa. No sólo parecen gustarse, sino también entenderse. Al principio me pareció que, si pudiera conseguir realmente a esa mujer, quizá se resolviese su problema. Existían todos los elementos para una unión feliz...excepto el fundamental. Bessie era casi tan insólita en su forma de ser como él. Daba tan poca importancia al hecho de entregarse a un hombre como al postre que sigue a la comida. Generalmente, elegía el objeto de su preferencia y ella misma hacía la proposición. No era fea, pero tampoco podía decirse que fuera guapa. Tenía un cuerpo bonito, eso era lo principal...y le gustaba el asunto, como se suele decir.
Eran tan amigos aquellos dos, que a veces, para satisfacer su curiosidad (y también con la vana esperanza de estimularla con su destreza), Van Norden la escondía en su armario durante una de sus sesiones. Cuando había acabado, Bessie salía de su escondite y comenzaba la cuestión como si tal cosa, es decir, con total indiferencia por todo lo que no fuera "técnica". Técnica era uno de los términos favoritos de ella, por lo menos en las conversaciones que tuve el privilegio de disfrutar. "¿Qué defecto encuentras en mi técnica?", decía él. Y Bessie le respondía: "Eres demasiado tosco. Si esperas conseguirme alguna vez, tienes que volverte más sutil".
Como digo, había un entendimiento tan perfecto entre ellos, que a veces, cuando iba a ver a Van Norden a la una y media, encontraba a Bessie sentada en la cama, con las mantas apartadas hacia atrás, y Van Norden invitándola a que le acariciara el pene..."Sólo unas cuantas caricias suaves -decía él-, para que tenga valor para levantarme". O bien le instaba a que se lo chupara, o, si no lo conseguía, se lo cogía él mismo y se lo sacudía como si fuese una campanilla, mientras se tronchaban de risa los dos. "Nunca conseguiré a esta mala puta -decía-. No me tiene respeto. Eso es lo que saco con hacerle confidencias". Y después, de improviso, podía ser que añadiera: "¿Qué te parece la rubia que te enseñé ayer?", dirigiéndose a Bessie, desde luego. Y Bessie se burlaba de él, diciendo que no tenía gusto: "¡Oh, no me vengas con ese rollo!", decía él. Y después, de chunga, quizá por milésima vez, porque ya se había convertido en una broma constante entre ellos: "Oye, Bessie, ¿nos echamos un polvo rápido? Sólo un polvete...¿no?" Y, después de que el intento hubiera fracasado como de costumbre, añadía en el mismo tono: "Bueno, ¿y a él? ¿Por qué no te lo tiras?".
Lo que pasaba con Bessie era, sencillamente, que no podía, o no quería, considerarse una gachí para un polvo. Hablaba de pasión, como si se tratara de una palabra recién creada. Se apasionaba por las cosas, incluso por algo tan nimio como un polvo. Tenía que poner el alma en lo que hacía.
- A veces yo también me apasiono-decía Van Norden.
-¿Tú? -decía Bessie-. Tú no eres más que un sátiro agotado. Tú no sabes lo que significa la pasión. Cuando tienes una erección, crees estar apasionado.
-Bueno, quizá no sea pasión..., pero no puedes apasionarte si no tienes una erección, ¿es verdad o no?:"


"Mientras veo a Van Norden atacarla, me parece que estoy viendo a una máquina cuyos engranajes se han soltado. Si se los dejase así, podrían seguir de ese modo para siempre, crujiendo y soltándose, sin que nada ocurriera nunca nada. Hasta que una mano pare el motor. La visión de los dos acoplados como una pareja de cabras sin la menor chispa de pasión, moviendo y moviendo las caderas sin otra razón que los quince francos, borra en mí cualquier vestigio excepto el inhumano de satisfacer mi curiosidad. [...] Es como osbservar una de esas más máquinas locas que vomitan periódicos a millones, billones y trillones con sus titulares sin sentido. La máquina parece más sensible, a pesar de su locura, más fascinante, que los seres humanos y que los acontecimientos que la produjeron. Mi interés por Van Norden y por la muchacha es nulo...[...]Mientras falte esa chispa de pasión, la actuación carecerá de significado humano. Es mejor observar la máquina. Y estos dos son como una máquina cuyos engranajes se han soltado. Necesita el toque de una mano humana para arreglarla. Necesita a un mecánico.
[...]Alguien tiene que poner la mano en la máquina y forzarla para que los engranajes vuelvan a encajar bien. Alguien tiene que hacer eso sin esperar recompensas, sin preocuparse por los quince francos; alguien cuyo pecho sea tan delgado, que si le prendieran una medalla, quedaría jorobado. Y alguien tiene que dar de comer a una tía hambrienta sin temor que se le vuelva a salir. De lo contrario, este espectáculo no acabará nunca. No  hay forma de salir de este lío...."


"Ahora se puede comprender cómo se apodera de la conciencia de los hombres la idea del cielo, cómo gana terreno incluso después de que hayan derribado todos los puntales en que se sostiene. Tiene que haber otro mundo además de esta ciénaga en que se arroja todo desordenadamente. Resulta difícil imaginar cómo puede ser ese cielo con que sueñan los hombres. Un cielo de sapos, indudablemente. Miasma, basura, nenúfares, agua estancada. Estar sentado en una hoja de nenúfar sin que te molesten y croar todo el día. Algo así, me imagino".


"Si alguna vez llega efectivamente, puede buscarme abajo, justo detrás del retrete. Probablemente me dirá inmediatamente que es malsano. Esa es la primera cosa que se les ocurre a las mujeres americanas con respecto a Europa: que es malsana. Les resulta imposible concebir un paraíso sin instalaciones sanitarias modernas. Si encuentran una chinche, quieren escribir inmediatamente una carta a la Cámara de Comercio. ¿Cómo voy a explicarle nunca que estoy contento aquí? Dirá que me he vuelto un degenerado. Conozco su rollo del principio al fin. Querrá que busquemos un estudio con jardín...y bañera, con toda seguridad. Quiere ser pobre de forma romántica. La conozco. Pero esta vez estoy preparado."


"Si intento recordar mi vida en Nueva York, capto unos pocos fragmentos hechos trizas, espeluznantes y cubiertos de verdín. Parece como si mi propia existencia hubiera llegado a su fin en algún lugar, exactamente dónde no puedo decirlo. Ya no soy americano, ni neoyoquino, y menos todavía europeo,  ni parisino. Ya no debo lealtad a ningún país, ni tengo responsabilidad, ni odios, ni preocupaciones, ni prejuicios, ni pasión. No estoy ni a favor ni en contra. Soy neutral".


"Era un momento excelente para pasar a toda velocidad por París en un coche descubierto, y el vino que nos daba vueltas en la barriga hacía que pareciera más precioso de lo habitual.[...]En realidad, tenía tan pocas ganas de dejar París como yo. París no le ha sido propicio, como tampoco lo había sido para mí, ni para nadie, si vamos a eso, pero cuando has sufrido y soportado cosas aquí, entonces es cuando París se apodera de tí, podríamos decir que te agarra de los cojones, como una puta enamorada que prefiere morir a soltarte".


"A veces, mientras estaba allí de pie cambiando el agua al canario, me preguntaba qué impresión haría a las damas elegantes a las que observaba entrar y salir de los magníficos urinarios de los Champs-Elysées. Me preguntaba si llevarían el pompis tan alto, si supieran el concepto que merecía aquí un culo. Indudablemente, en su mundo todo era gasas y terciopelo...o al menos ésa era la impresión que te daban con los finos perfumes que exhalaban al pasar presurosas a tu lado. Algunas de ellas no habían sido siempre damas tan finas; algunas de ellas subían y bajaban veloces simplemente para anunciar su comercio. Y quizá: cuando se quedaban solas, cuando hablaban en voz alta en la intimidad de sus tocadores, quizá también salieran de sus bocas cosas extrañas; porque en ese mundo, como en cualquier otro, la mayor parte de lo que ocurre es porquería e inmundicia, sórdido como un cubo de basura, sólo que tienen la suerte de poder tapar el cubo".




"Y lo más gracioso es una vez más que podía viajar por todo el globo, pero América nunca me acudía al pensamiento; estaba todavía más perdida que un continente perdido, porque por los continentes perdidos sentía cierto apego misterioso, mientras que por América no sentía nada en absoluto".


""¿Por qué no me enseñas ese París -dijo-, sobre el que has escrito?". Lo que sé es que, al recordar esas palabras, comprendí de repente la imposibilidad de revelarle nunca aquel París que yo había llegado a conocer, el París cuyos arrondissements son imprecisos, un París que nunca ha existido excepto en virtud de mi soledad, de mi deseo de ella. ¡Un París tan inmenso! Se tardaría toda una vida en volver a explotarlo. Ese París, cuya llave sólo yo poseía, no se presta en absoluto a un paseo, ni siquiera con la mejor de las intenciones; es un París que hay que vivir, que hay que experimentar cada día en mil formas diferentes de tortura, un París que crece dentro de ti como un cáncer, y crece y crece hasta que te devora."




"Hasta entonces no había encontrado un solo amigo en París, circunstancia que era más asombrosa que deprimente, pues por dondequiera que he vagado en este mundo la cosa más fácil de descubrir ha sido amigos. Pero, en realidad, todavía no me había ocurrido nada muy terrible. Se puede vivir sin amigos, de igual modo que se puede vivir sin amor, o incluso sin dinero, ese supuesto sine qua non. Se puede vivir en París -¡eso lo descubrí! simplemente de pena y de angustia. Amargo alimento..., quizás el mejor que existe para ciertas personas. El caso es que todavía no había apurado el cáliz de la amargura. Estaba coqueteando simplemente con el desastre."


"¡Qué delicia debe de ser para la sádica encontrar a su propio masoquista! Morderse a sí misma, por decirlo así para probar el filo de sus dientes. En aquella época, cuando la conocí, estaba saturada de Strindber. Ese salvaje carnaval de gusanos en que se recreaba, ese eterno duelo de los sexos, esa ferocidad de araña que le había granjeado el aprecio de los obtusos patanes del norte, eso fue lo que nos unió. Nos juntamos en una danza de la muerte y tan rápidamente me vi absorbido en el torbellino, que, cuando volví a salir a la superficie, no pude reconocer el mundo. Cuando me vi libre, la música había cesado; el carnaval había acabado y a mí me habían descarnado..."


"Entonces entendí por qué atrae París a los torturados, a los alucinados, a los grandes maníacos del amor. Entendí por qué puedes aquí, en pleno eje de la rueda, abrazar las teorías más fantásticas, más imposibles, sin que te parezcan extrañas lo más mínimo; aquí es donde vuelves a leer los libros de tu juventud y los enigmas adquieren significados nuevos, uno por cada cana. Caminas por las calles sabiendo que estás loco, poseído, porque es más que evidente que esas caras frías, indiferentes, son los rostros de tus carceleros. Aquí todos los límites se desvanecen y el mundo se manifiesta como el matadero demencial que es".


"Sin embargo, no me puedo quitar del pensamiento la discrepancia existente entre las ideas y la vida. Una dislocación permanente, aunque intentemos cubrir unas y otras con un toldo brillante.Y no servirá de nada. Las ideas tienen que ir unidas a la acción; si no hay sexo ni vitalidad en ellas, no hay acción. Las ideas no pueden existir solas en el vacío de la mente. Las ideas están relacionadas con la vida -ideas hepáticas, ideas renales, ideas intersticiales. Si sólo hubiera sido por una idea, Copérnico habría hecho añicos el macrocosmos existente y Colón habría zozobrado en el mar de los Sargazos. La estética de la idea produce macetas, y las macetas se colocan en el alféizar de la ventana. Pero, si no hubiera lluvia ni sol, ¿de qué serviría colocar las macetas fuera de la ventana?".


"Hasta ahora, mi idea, al colaborar conmigo mismo, ha sido abandonar el patrón oro de la literatura. En pocas palabras, mi idea ha sido presentar una resurrección de las emociones, describir la conducta de un ser humano en la estratosfera de las ideas, es decir, presa del delirio. Retratar a un ser presocrático, a una criatura mitad cabra, mitad Titán. En resumen, erigir un mundo sobre la base de omphalós, no sobre una idea abstracta clavada a una cruz."


"Cuando me asomo a ese coño exhausto de una puta, siento el mundo entero debajo de mí, un mundo que se tambalea y se desmorona, un mundo usado y pulido como el cráneo de un leproso. Si hubiera un hombre que se atreviese a decir todo lo que pensaba en este mundo, no le quedaría ni un metro cuadrado en que plantar los pies.[...] Si algún hombre se atreviera alguna vez a expresar todo lo que lleva en el corazón, a consignar lo que es realmente su experiencia, lo que es verdaderamente su verdad, creo que entonces el mundo se haría añicos, que volaría en pedazos, y ningún dios, ningún accidente, ninguna voluntad podría volver a juntar los trozos, los átomos, los elementos indestructibles que han intervenido en la construcción del mundo.
En los cuatrocientos años transcurridos desde que apareció la última alma devoradora, el último hombre que conoció el significado del éxtasis, ha habido una decadencia constante en el arte, en el pensamiento, en la acción. El mundo está acabado: no queda ni un pedo seco.[...] El cráter seco, agotado, es obsceno. Más obscena que nada es la inercia. Más blasfema que el juramento más horrible es la parálisis. Si sólo queda una herida profunda, debe manar, aunque sólo produzca sapos y murciélagos y humúnculos".


"Hoy me he despertado de un sueño profundo con imprecaciones de júbilo en los labios, con palabras incoherentes en la lengua, repitiendo para mí mismo como una letanía: "Fais ce que vouldras...! fais ce que vouldras!" Haz cualquier cosa, pero que produzca gozo. Haz cualquier cosa, pero que produzca éxtasis. Tantas cosas me acuden al pensamiento, cuando me digo esto: ímágenes, alegres, terribles, enloquecedoras, el lobo y la cabra, la araña, el cangrejo, la sífilis con las alas desplegadas y la puerta de la matriz nunca con el cerrojo echado, siempre abierta, preparada como la tumba. Lujuria, crimen, santidad: las vidas de mis seres adorados, los fracasos de mis seres adorados, las palabras que dejaron tras ellos, las palabras que dejaron inacabadas; lo bueno que arrastraron tras ellos y lo malo, la pena, el desacuerdo, el rencor, la rivalidad que crearon. Pero, sobre todo, ¡el éxtasis!".


"Tanto es así, que casi siento la tentación de decir:"¡Mostradme a un hombre que se explaye exageradamente y os mostraré a un gran hombre!" Lo que se considera "exageración" es mi debilidad: es la señal de la lucha, es la propia lucha con todas las fibras adheridas a ella, el aura y el ambiente mismos del espíritu disconforme. Y cuando me mostréis a un hombre que se exprese perfectamente, no diré que no sea grande, pero sí que no me atrae...[...] Veo que, tras las molestias e intrusiones diarias, tras la vil y reluciente malicia de los débiles y los inertes, se encuentra el símbolo del poder frustrante de la vida, y que quien quiera crear orden, quien desee sembrar rivalidad y desacuerdo, porque esté imbuido de voluntad, ese hombre ha de ir a parar una y otra vez a la hoguera y a la horca. Veo que, tras la nobleza de sus gestos, se oculta el espectro de la ridiculez de todo ello...que no sólo es sublime,  sino también ridículo.
En un tiempo pensaba que el ser humano era el objetivo más alto que podía tener un hombre, pero ahora veo que estaba destinado a destruirme. Hoy me siento orgulloso al decir que soy inhumano, que no pertenezco a los hombres ni a los gobiernos, que no tengo nada que ver con credos ni principios. No tengo nada que ver con la maquinaria crujiente de la humanidad: ¡pertenezco a la tierra![...] Más clara que nada veo mi propia calavera sonriente, veo el esqueleto bailando al viento, serpientes saliendo de la lengua podrida y las ampulosas páginas de éxtasis sucias de excrementos. E incorporo mi lodo, mi excremento, mi locura, mi éxtasis al gran circuito que circula a través de los subterráneos de la carne. Todo ese vómito espontáneo, indeseable, de borracho, seguirá manando sin cesar, a través de las mentes de los que han de venir, a la vasija inagotable que contiene la historia de la raza. Codo a codo con la raza humana corre otra raza de seres, los inhumanos, la raza de los artistas que, estimulados por impulsos desconocidos, toman la masa inerte de la humanidad y, mediante la fiebre y el fermento de que la imbuyen, convierten esa pasta húmeda en pan y el pan en vino y el vino en canción.[...] Y todo lo que se quede corto con respecto a ese espectáculo espantoso, todo lo que sea menos escalofriante, menos aterrador, menos demencial, menos embriago, menos contagioso, no es arte. El resto es falso. El resto es humano."


"Puede que estemos condenados, que no haya esperanzas para nosotros, para ninguno de nosotros, pero, si es así, ¡lancemos un último alarido agónico, espeluznante, un chillido de desafío, un grito de guerra! ¡Al diablo las lamentaciones! ¡Al diablo las elegías y las endechas! ¡Al diablo las biografías y las historias, y las bibliotecas y los museos! Que los muertos se coman a los muertos. Bailemos los vivos en el borde del cráter, una última danza agónica. ¡Pero una danza auténtica!".


"Solo, despavorido y con una tremenda añoranza vacía. Toda la habitación para mis pensamientos. Sólo yo y lo que pienso, lo que temo.
Podría pensar las cosas más fantásticas, podría bailar, escupir, hacer muecas, blasfemar, gemir: nadie lo sabría nunca, nadie lo oiría nunca. La idea de una intimidad tan absoluta es suficiente para volverme loco. Es como un parto enteramente. Todo cercenado. Separado, desnudo, solo. Dicha y agonía simultáneamente. El tiempo a tu disposición. Cada segundo pesa sobre ti como una montaña. Te ahogas en él. Desiertos, mares, lagos, océanos. El tiempo que pasa golpeando como un cuchillo de carnicero. La nada. El mundo. El yo y el no yo. Umaharumuma. Todo debe tener un nombre. Todo debe aprenderse, probarse, experimentarse. Faites comme chez vous, chéri."


"Me sentía como un hombre que acaba de escapar de la cárcel. Sólo quería ver y oír cosas. El trayecto desde la estación fue como un largo sueño. Me sentía como si hubiera estado ausente durante años".


"Habría dado la vida por Francia..., un año antes. Nunca he visto a un hombre tan apasionado por un país, tan feliz bajo un cielo extranjero. No era natural. Cuando decía France, quería decir vino, mujeres, dinero en el bolsillo que como viene se va. Quería decir travesuras, estar de vacaciones. Y después, cuando se hubo corrido sus juergas, cuando el viento se llevó la lona y pudo contemplar el cielo, se dio cuenta de que no estaba en un circo, sino en un ruedo, exactamente igual que en cualquier otro sitio. Y, además, más siniestro que la hostia.[...]No es de extrañar que piensen que estamos todos locos. Para ellos estamos locos. Somos simplemente una pandilla de niños. Idiotas seniles. Lo que nosotros llamamos vida es una novela de tres reales. Ese entusiasmo por debajo, ¿qué es? ¿Ese entusiasmo de pacotilla que revuelve el estómago a cualquier europeo común? Es ilusión. No, ilusión es una palabra demasiado buena para eso. Ilusión significa algo. No, no es eso: es un engaño. Un puro engaño, eso es lo que es."






















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