domingo, 10 de noviembre de 2013

EXTRACTOS DEL OCTAVO LIBRO DE "LA METAMORFOSIS O EL ASNO DE ORO" DE LUCIO APULEYO.

EXTRACTOS DEL OCTAVO LIBRO DE "LA METAMORFOSIS O EL ASNO DE ORO" DE LUCIO APULEYO.



Octavo libro

Argumento

En este libro se contiene la desdichada muerte del marido de Carites, y de cómo ella sacó los ojos a su enamorado Trasilo; y cómo ella misma, de su propia voluntad, se mató, y la mudanza que hicieron sus criados después de su muerte; y cuenta muy lucidamente de ciertos echacuernos de la diosa Siria, diciendo de sus vicios y suciedades y cómo se cortaban los miembros para ganar dineros, y después cómo se descubrieron los engaños que traían.

Capítulo I

Cómo venido un mancebo a casa de su amo de Lucio cuenta con admirable dilación cómo Trasilo, por amores de Carites, mató con engaño a Lepolemo, y cómo ella le sacó los ojos a Trasilo y después se mató a sí.

"...yo te doy licencia para que te cases en buena hora con quien quisieres, con tal condición que jamás vengas a poder del traidor sacrílego de Trasilo, ni hables con él, ni te sientes a la mesa, ni duermas en cama con él; huye de su mano sangrienta que me mató. No quieras comenzar bodas con quién mató a tu marido, que aquellas llagas, cuya sangre lavaron tus lágrimas, no son todas de las navajas del puerco, porque la lanza del malvado de Trasilo me hizo ajeno a tí".

"-Veis aquí el fiel compañero de mi marido; éste es aquel noble cazador; éste es el marido mucho amado; esta mano es aquella diestra que derramó mi sangre; éste es el pecho que pensó y compuso aquellos engañosos rodeos y palabras para mi destrucción y pérdida; éstos son los ojos a quien yo en mal hora agradé, los cuales, en alguna manera sospechando las tinieblas perpetuas que les habían de venir, previnieron su pena: pues duerme seguro y sueña bien a tu placer, que yo no te heriré con cuchillo ni con espada; nunca plega a Dios que tal haga, por que no te iguale con mi marido en semejante género de muerte. Pero siendo tú vivo morirán tus ojos y no verás cosa alguna sino cuando durmieres; yo haré que tú sientas ser más bienaventurada la muerte de tu enemigo que la vida que tú hubieres, porque, cierto, tú no verás lumbre y habrás menester quien te guíe; a Carites no tendrás ni gozarás de sus bodas, ni te alegrarás con el reposo de la muerte, ni habrás placer con el deseo de la vida; pero andarás como una estatua, incierto, andando entre el Sol y el infierno, que ni sepas si te has de contar con los vivos o con los muertos; y andarás mucho tiempo buscando la mano que quebró tus ojos y no la hallarás, la cual en la  pena y turbación es muy miserable y lleno de toda angustia; que no sepas de quién te puedes quejar; además de esto, yo sacrificaré y aplacaré la sepultura de Lepolemo con la sangre de tus ojos, y asimismo haré sacrificio con estos tus ojos a su ánima santa. Mas ¿por qué soy causa yo que por esta mi tardanza tú ganes alguna dilación de tu tormento y por ventura tú ahora sueñas o piensas en mis pestíferos abracijos? Así que, dejadas las tinieblas del sueño, vela y despierta a otra ceguedad de pena, alza y levanta la cara vacía de lumbre; reconoce la venganza, entiende tu desdicha, cuenta tus mancillas. De esta manera pluguieron tus ojos a la mujer casta y limpia; de esta manera, alumbraron las hachas de las bodas al tálamo de tu casamiento. En esta manera tendrás las diosas del matrimonio por vengadoras y tendrás la ceguedad por compañía y perpetuo estímulo de conciencia".

"...diose con la espada por debajo del pecho derecho, y así cayó muerta y revuelta en su propia sangre; finalmente, no pudiendo hablar claro, se le salió el ánima. Entonces los criados de la mezquina de Carites corrieron presto, y, con mucha diligencia lavado el cuerpo, en aquella misma sepultura la enterraron, dando perpetua compañera a su marido".

Capítulo II

Cómo después que los vaqueros y yegüerizos y mayordomos del ganado de Carites y Lepolemo supieron que sus señores eran muertos, robada toda la hacienda que estaba en la alquería, huyeron para tierras extrañas; y de lo que por el camino les aconteció.

"Finalmente, que yo pensaba entre mí que aquel caballo Pegaso, por miedo, le habían nacido alas con que voló, y por eso voló hasta el cielo, habiendo miedo que no le mordiese la ardiente Quimera". 

"Esto dicho, comenzamos a andar nuestro camino bien descalabrados, y cada uno contaba su mal: los unos, heridos de piedras, los otros, mordidos de los perros, de manera que todos iban lastimados".

"...que vio cómo estaba muerto en el suelo, medio comido y un dragón espantable encima de él, comiéndolo todo, y que no parecía el viejo;..."

Capítulo III

En el cual Lucio prosigue contando muchos y notables acontecimientos que se ofrecieron siendo asno, y principalmente lo que le aconteció cuando le llevaban hurtado los pastores de Carites, donde se cuentan cosas graciosas.

"Un esclavo de un caballero, cuya era aquella heredad, estaba allí por mayordomo y guarda de toda la hacienda, y era casado con una moza esclava asimismo de aquel caballero; el marido andaba enamorado de otra moza libre, hija de un vecino de allí; la mujer, con el dolor y enojo de los amores del marido, tomó cuantos libros de sus cuentas tenía y toda la hacienda y ropa de casa, no estando allí su marido, y quemolo todo; y no contenta con lo que había hecho, ni pensando que estaba vengada de la injuria, tornose contra sí misma y tomó en los brazos un niño hijo del marido y atolo consigo y lanzose en un pozo muy hondo. El señor, cuando supo la muerte de su esclava y del niño y que había sido por causa de los amores del marido, hubo mucho enojo y tomolo desnudo y enmelado y atolo muy fuertemente a una higuera vieja, que tenía muchas hormigas que hervían de un cabo a otro; las cuales, como sintieron el dulzor de la miel y el olor de la carne, aunque eran chicas, pero infinitas, con los continuos y espesos bocados que le daban, en tres o cuatro días le comieron hasta las entrañas, que dejaron los huesos blancos y sin carne ninguna, atados a la triste de la higuera, de lo cual los otros labradores estaban espantados y con mucho enojo."

"Un viejo calvo y bellaco, cubierto de cabellos de los lados llanos y medio canos, del más bajo linaje y de las heces de todo el pueblo; el cual andaba con otros trayendo a la diosa Siria por esas plazas, villas y lugares, tañendo panderos  y atabales y mendigando de puerta en puerta."

Capítulo IV

Cómo, después que a Lucio asno compró un echacuervos de la diosa Siria, fue destinado para traer sobre sí a la diosa; donde cuenta acontecimientos y casos notables de aquella falsa religión de echacuervos.

"Llegando a una villa principal, como allí hallaron provecho de alguna ganancia alegre, hicieron un convite de placer, que sacaron un carnero grueso a un vecino de allí, con una mentira de su fingida predicación, diciéndole que con su limosna y sacrificio hartase a la diosa Siria, que estaba hambrienta; así que su cena, bien aparejada, fuéronse al baño, y luego vinieron muy bien lavados; trajeron consigo a un mancebo aldeano de allí bien fuerte y bien aparejado para cenar con ellos; y como hubieron comido unos bocados de ensalada, allí, delante de la mesa aquélla, aquellos sucios bellacos comenzaron a burlar con aquel mancebo, 
que tenían desnudo."

"...y toma este asno que ahora es venido aquí, y, llevado a algún lugar apartado, degüéllalo, y una de sus 
piernas, que es semejante de la perdida, córtasela, y muy bien guisada, picada o de otra manera que sea muy sabrosa, ponla delante de tu señor en lugar del ciervo. 
Al bellaco azotado plúgole de su salud con mi muerte, y alabando la sagacidad y astucia de su mujer, acordando de hacer de mí aquella carnicería, aguzaba sus cuchillos."







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